Una de las cosas que nadie te dirá sobre facultad pero que
de alguna forma todos saben es que al entrar allí ya no serás el mismo.
Un ejemplo de ello
son las charlas de bienvenida, la mía coincidió con mi primera visita a
facultad, ante ese edificio antiguo y majestuoso que me hacía sentir aún más
pequeña de lo que ya soy por naturaleza.
Estaba asustada, no precisa decirlo, no conocía a nadie y lo único que sabía era que tenía que ir al paraninfo que era como una colmena repleta, donde me daba la sensación de que todos se conocían.El único lugar que conseguí fue en una grada en un rincón al lado de un banco roto y en mis manos ya tenía media docena de volantes que señalaban virtudes propias y defectos ajenos.
Mientras esperaba por el discurso de bienvenida , leí
sobre robos, fraudes y toda clase de cosas que en la mente de una recién salida de un liceo
pequeño parecía una trama de una novela policial, mi aventura se acabó cuando
pasé al siguiente volante donde a su vez acusaban a la otra agremiación de
cosas por el estilo.
Por ese entonces el discurso comenzaba... aburridor.. , confieso
que no recuerdo una sola palabra, tal haya sido eso o el hecho de que estaba
muy nerviosa, mi mayor preocupación era hacer algún amigo, saber que tal serían
los profesores, si era mucho para estudiar
y en fin, si había tomado la decisión correcta.
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