Si bien aún no firmé mi título (son los tiempos de bedelía) ya
me inscribí a un curso de educación permanente, solo para graduados por más
snob que a algunos pueda parecerle.
La verdad es que estoy muy emocionada y agradecida por esta
oportunidad, así que ayer me levanté a las seis de la mañana para prepararme
para una clase que tenía a las 9.30. Lo sé, bastante dramático por mi parte, pero
todo tenía que estar en orden y yo quería lucir bien y sobre todo, no
desencajar.
Por eso me puse un trajecito, pensé que todo el mundo iba a ir
vestido así. Ni bien llegué me senté en la primera fila y saqué la netbook.
La realidad es que todo el mundo estaba vestido de manera
informal y en la primera fila sólo éramos 3. Además, yo era la única con
computadora, los demás sacaban apuntes a mano. En ese momento mis nervios
estaban a mil, no quería llamar la atención y terminé siendo la rara de la
clase.
De todas formas y a pesar de que la situación fue un tanto
incómoda, de lo que me di cuenta es que los graduados no son animales extraños,
son personas como todos nosotros. Incluso pidieron recreo y salir antes porque
tenían hambre, hacían chistes, tomaban mate y comían galletitas, igual que en
cualquier otra clase.
Mi miedo estaba injustificado, la transición es difícil, no voy
a mentir. Hay personas que a pesar de estar en primero actúan como recibidos y
recibidos que actúan como estudiantes.
Yo creo que no es bueno lo uno ni lo otro, hay que encontrar un
equilibrio, reconocer que siempre hay cosas por aprender y no caer en una
humildad tan grande que la gente termine perdiéndonos el respeto.
Saludos
<a
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