Siempre me gustaron los juegos de mesa pero sobre todo los
desafíos, en facultad mi clase favorita era Derecho Comercial 1 y 2 (Privado IV
y V), de todas las clases que he tenido, era la única que representaba un
desafío y la única donde nuestra profesora realmente se preocupaba por que
aprendiéramos. Todas las semanas teníamos trabajos algunos eran obligatorios y
otros opcionales y esa fue la primera vez en la que realmente estuve en
contacto con lo que luego sería el ejercicio de la abogacía.
Siempre me
pregunté por qué en una clase de 400 personas una profesora se tomaría tanta
molestias corriendo cientos de trabajos y la verdad es que de todas mis clases
esa era la menos monótona. La única a la que me gustaba ir no por el hecho de
tener que hacerlo, como en una reglamentada por ejemplo, sino para aprender y
poder resolver los casos.
Era un
desafío y a todos nos gustan los desafíos, pero al mismo tiempo tampoco nos
gusta sentirnos presionados y tener que hacer las cosas como si fuesen
obligaciones porque eso sería como una condena:
Tengo que
estudiar, contestar mails, cocinar, hacer tal o cual trabajo, escribir un post,
etc. Lo que realmente importa es que las cosas no pueden verse solo en tonos
blanco o negro. La elección de hacer todas esas cosas está en mi y lo que
importa es recordar por qué necesito hacer algunas cosas como cocinar para
poder comer, responder mis mails para que no perder contactos, oportunidades,
etc y escribir un post, simplemente por que me encanta hacerlo.
Saber que
no todas las cosas en la vida van a ser como un juego de mesa donde podamos
jugar a ser detectives y resolver un gran misterio, pero saber que es nuestra
elección estar en el lugar que estamos es algo que siempre hay que recordar.
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