Algo
extraño para mí que prácticamente crecí en el agua, de hecho, la primera clase
que tuve en mi vida fue de natación, con tal solo un año de vida.
Tener
familia en el interior donde las playas están situadas en el océano, también me
califica como una especie de aleación con criatura del mar. Pero algo que
siempre me enseñaron es que no siempre hay que nadar con todas tus fuerzas,
algunas veces hay que esperar y dejar que las propias olas nos saquen a la
costa.
Con esto,
lo que quiero decir es que muchas veces, simplemente no podemos hacer nada y
eso no es algo malo. Cuando llegamos a consultorio, creemos que vamos a ver
todos los casos terminar y que vamos a ganar todos los casos pero eso no es
así. Muchas veces, nos vamos a encontrar con carpetas que no podremos terminar,
simplemente por cuestiones de tiempo y otras con casos que simplemente son
insalvables.
Pero un
buen abogado debe rescatar cualquier cosa verdad? Yo tendía a pensar que era
así, pero mi experiencia en consultorio me demostró que no siempre es así.
Algunas veces los consultantes no son del todo honestos con nosotros y los
casos se terminan perdiendo por falta de información.
Ante todo
mi consejo es, poder confiar en el consultante, si hay algo que nos molesta,
hay que decírselo y explicarle que nos tiene que contar todo lo que sucedió sin
omitir detalles.
La realidad
supera a la ficción y muchas veces las intenciones de las personas que nos
consultan, no son las mejores, por eso es mejor esperar y quedarnos al abrigo
de esa tan trillada frase “tal vez tengamos suerte”.
Saludos
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